Hablar de religión a veces puede parecer como andar con pies de plomo: es un poco como la política, le presto mucha atención. Pero como este es un tema que nunca carece de interés, me gustaría hacer mi pequeña aportación.
Los fieles en la religión: una cuestión de coro 💒
En el ámbito religioso, una persona se denomina “Fiel” cuando se refiere a su adhesión a una creencia o confesión. Este término engloba la fe, es decir, aquella convicción profunda y a menudo íntima que uno lleva en el corazón. Ser fiel es entonces ante todo una cuestión de adhesión espiritual y de creencia en principios, valores o dogmas religiosos. Por ejemplo, aparentemente uno puede ser fiel creyendo en Dios sin necesariamente participar en ritos regularmente. Es un poco como apoyar a un equipo de fútbol sin ir a todos los partidos: crees en sus habilidades y en su potencial, pero no necesariamente los sigues a todos los partidos del domingo.
El Practicante: Acción Diaria 🕊️
Por otro lado, ser “practicante” implica un compromiso activo con la propia creencia religiosa. Esto se refiere a quienes participan regularmente en ritos, ceremonias y otras formas de expresión religiosa pública o privada. En otras palabras, un practicante participa activamente en actividades religiosas, ya sea yendo a la iglesia, la mezquita, el templo o siguiendo los rituales y prácticas diarias de su fe. Es como si un aficionado no sólo fuera al estadio cada semana, sino que también asistiera a los clubes de aficionados, leyera todos los artículos de prensa sobre el equipo y entrenara con ellos en cada oportunidad.
El viaje entre la lealtad y la practicidad 🤔
Ahora te estarás preguntando si es posible ser uno sin ser el otro: y la respuesta es sí, ¡es posible! Me explico: se puede ser fiel, es decir tener fe, sin ser necesariamente una persona religiosa practicante. Es el caso de muchas personas que se sienten cercanas a una religión, que se inspiran en ella en su vida cotidiana, pero que no participan activamente en ceremonias religiosas. Se trata, según la expresión, de “tener la fe de un carbonero”: una fe sencilla pero tenaz.
Al otro lado del espejo, también hay practicantes que quizá no sientan una fe tan intensa. A veces practicamos más por razones culturales, por costumbre o por conexión con la comunidad, en lugar de por una fe ardiente. Es un poco como jugar en un casino sin creer ni esperar realmente ganar: la acción está ahí, pero el fuego interior parpadea.
Preguntas retóricas: ¿Dónde estás? 🤷
Y tú, ¿dónde te sitúas en esta escala entre fiel y practicante? ¿Qué motiva su adhesión religiosa, si tiene alguna? ¿O tal vez conoces personas a tu alrededor que ejemplifican estas diferencias?
Que yo sepa, muchas personas religiosas afirman que estos dos aspectos, la fe y la práctica, se alimentan mutuamente. Una especie de círculo virtuoso donde el compromiso aumenta la fe y viceversa. Pero el corazón humano es mucho más complejo. La frontera entre estos dos términos es por tanto mucho más difusa de lo que parece.
Así pues, aquí presentamos una rápida descripción general de la diferencia entre ser fiel y ser practicante. Como podéis ver, esto es algo más que una simple cuestión de terminología: es una verdadera investigación sobre nuestra relación con la fe y con la comunidad. ¡Esperamos que esto te haya iluminado a ti, buscador de significado! 🕯️